Lucir una sonrisa blanca y saludable es una manera de transmitir confianza y alegría. Además de ser una cuestión de estética, el cuidado con los dientes sirve también para garantizar la buena salud en general, y para esto solamente la higiene bucal no es suficiente.
La higiene bucodental forma parte de los hábitos indispensables para el cuidado de nuestro cuerpo. Y es que una boca sana es fundamental para nuestra salud. En este sentido, son numerosos los estudios que han puesto de manifiesto la estrecha relación que existe entre la salud bucodental y la salud general del organismo. De hecho, la boca puede reflejar incluso síntomas de enfermedades que pueden tener su primera manifestación en la cavidad oral.

Los hábitos más habituales son:
- Succionar el pulgar y/o el chupete: Se recomienda que la succión del chupete no sobrepase los 18/24 meses de edad. A partir de los tres años, estos hábitos pueden producir desviaciones en el crecimiento normal de los dientes y en la forma de la mandíbula. Además, los músculos alrededor de la boca pierden fuerza, favoreciendo la boca abierta en reposo.
- Mantener la boca abierta en reposo y respirar por ésta: Normalmente, cuando la boca está cerrada, la lengua se posiciona contra los alveolos, pero hay veces que cuando la boca está abierta por flacidez en los músculos, la lengua se coloca en la parte de debajo de la mandíbula. Este hecho puede estimular la respiración oral. Además, muchos niños muestran a menudo obstrucciones nasales, las cuales también pueden ocasionar una respiración oral, aunque la obstrucción nasal sea algo temporal el mal hábito se puede mantener.
- Tener una posición incorrecta de la lengua en reposo: La punta de la lengua tiene que estar en la parte superior del paladar contra las arrugas palatinas. Hablamos de mal hábito cuando está posicionada en el medio o debajo de la cavidad bucal.
- Malos hábitos labiales: Se trata de niños que succionan el labio y pasan la lengua por estos continuamente. Son frecuentes en personas que respiran por la boca.
- Malos hábitos al masticar: La masticación debe ser bilateral, masticar por ambos lados simultáneamente. Si es unilateral puede contribuir a un desequilibrio de los músculos alrededor de la boca.
- Morderse las uñas: Al morder las uñas, la mandíbula se desliza hacia delante y se provoca demasiada tensión en ésta.
- Chupar limones y otros cítricos:La acidez del limón, el pomelo o la lima, entre otros frutos, es extremadamente corrosiva para el esmalte de los dientes, provocando caries y sensibilidad dental. Para seguir beneficiándose de los zumos de vitamina C de estas frutas lo mejor es enjuagarse la boca después de beberlos y esperar al menos 30 minutos a cepillar los dientes.
- Nadar en piscinas con cloro:El agua de las piscinas está tratada con sustancias químicas que eliminan hongos y previenen infecciones. Sin embargo, productos como el cloro también pueden tener un efecto negativo para el esmalte de nuestra boca, aunque para ello se requiere estar un tiempo muy prolongado en el agua y de forma continuada en el tiempo.
- Mordidas en la lengua y las mejillas: Cuando se muerde las mejillas o la lengua, crea una pequeña herida que es exactamente lo mismo que un afta. Puede o no sangrar, dependiendo de la gravedad. Pero la cantidad de sangre no indica la severidad de la mordida, porque sólo con unas cuantas gotas mezcladas de saliva, puede crear todo un escándalo.
- Usar palillos:Utilizar este elemento para sacar los restos de comida que han quedado entre los dientes puede causar daños en los dientes y en las encías. Para realizar esta misma función de forma mucho más segura, lo más recomendable son los cepillos interproximales y el hilo dental.
- Usar los dientes como herramienta: Aunque probablemente todos lo hemos hecho alguna vez, lo cierto es que abrir plásticos o desenroscar los tapones de las botellas o envases con la boca es un hábito extremadamente perjudicial para nuestros dientes. Además de correr el riesgo de que los fracturemos, este hábito provoca que se desgasten. Lo mismo ocurre si usamos los dientes para cortar hilo o incluso cinta adhesiva. En estos casos, mejor recurrir a las tijeras. Además, hay que tener en cuenta que a la edad adulta los bordes de los dientes ya están gastados, por lo que es mucho más fácil dañarlos accidentalmente.

Todo niño mayor de tres años que persiste con un hábito lesivo, debe visitar un odontólogo/odontopediatra/logopeda que informe a la familia sobre las consecuencias del hábito lo antes posible y pueda realizar un diagnóstico precoz sobre la alteración, permitiendo una dentadura sana, armónica, alineada y bonita.
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